jueves, 6 de mayo de 2010

Historia

Para encontrar el primer enclave cultural asentado sobre la capital hay que remontarse al primer milenio a.C., cuando comienza la colonización fenicia de la costa suroriental andaluza con la fundación de Gadir (Cádiz) en el 1100 a.C. por los fenicios procedentes de Tiro, que es seguida de la fundación, por estos mismos colonizadores, de Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra), alrededor del 800 a.C. Sería, no obstante, más correcto hablar de establecimientos de factorías comerciales que de fundaciones de ciudades propiamente dichas.

De cualquier forma, Malaka es el primer enclave cultural sobre la demarcación de la actual capital malagueña del que se tienen noticias históricas. Por último, hay que señalar que los establecimientos de estas factorías fenicias a lo largo de la costa suroriental de la península ibérica hubieron de realizarse sobre una base étnica íbera.

Posteriormente a la colonización griega que llega a puntos muy cercanos a lo que hoy es la capital de la provincia, Málaga se encuentra durante más de sesenta años bajo la dominación cartaginesa que, tras las guerras púnicas, acaba en el año 202 a.C. con la victoria romana y el paso de Málaga a la órbita imperial de los vencedores dentro del área de la Hispania Ulterior (la Bética durante la égida de Augusto, hasta el 14 d.C.). Durante estos años, el Municipium Malacitanum es punto de tránsito dentro de la Vía Hercúlea, verdadera catalizadora de la ciudad desde un enfoque económico y cultural, al comunicarla ésta con otros enclaves desarrollados de la Hispania interior y con los demás puertos del Mediterráneo. De esta época data el teatro romano que, a pesar de sus reducidas dimensiones (una cavea de 31 m. de radio y un alzado de 16 m.), pasa por ser uno de los más antiguos de toda la Hispania.

En el año 325, cuando se celebra el Concilio de Nicea, Málaga aparece como uno de los pocos enclaves romanos dentro de la península en los que había enraizado fuertemente el credo cristiano. Anteriormente a esta fecha, se habían venido produciendo en la ciudad frecuentes levantamientos de carácter antirromano catalizados precisamente por la oposición al paganismo de estos hispanorromanos asimilados al cristianismo.

Tras la división del Imperio Romano, y al tiempo que se produce la definitiva crisis del mismo, Málaga entra dentro de las áreas de la Península afectadas por las grandes migraciones y asentamientos de los pueblos germanos, concretamente de los vándalos silingios, que durante el siglo V vienen importando de Oriente el credo arriano. En la apologética del catolicismo y en contra del arrianismo, destacó la prédica de Severo, obispo de Málaga, el primer nombre ligado a la historia cultural de la capital malagueña.

A principios del siglo VIII comienza el derrumbe de la monarquía goda y, a mediados de este mismo siglo, la penetración del islamismo en la península ibérica desde las costas del Norte de África. Málaga caería definitivamente en el 743 dentro del área de influencia árabe, tras sublevaciones de sus habitantes hispanorromanos que serían sofocadas bajo la égida de Abd Al Ariz, en el 716. Desde ese momento, comienza a desarrollarse la ciudad de base visigótica y romana a impulsos de las necesidades artesanales, comerciales, culturales y de defensa de sus habitantes árabes y mozárabes. Sería una ciudad floreciente, enmarcada por un recinto amurallado provisto de cinco grandes puertas y cuajada de arrabales y barrios asimismo amurallados, dentro de los que evolucionaban los adarbes, salpicados de huertas a orillas del Guadalmedina, cruzada de este a oeste por una vía que comunicaba al puerto y la fortaleza con el interior del recinto amurallado; anexos al recinto, y de forma independiente del resto de la ciudad, se asentaban los barrios de comerciantes genoveses y las juderías.

En el siglo XIV se produjeron los primeros intentos de conquista por parte de las tropas cristianas, que no se logró hasta un siglo después, tras un largo asedio en el que jugaron un gran papel las pequeñas elevaciones del entorno de la ciudad. Una vez tomada, el 19 de agosto de 1487 se levantaron los conventos de La Victoria y de La Trinidad. La ciudad empezó a cambiar de aspecto al adaptarse las nuevas construcciones al gusto de los reconquistadores. Es la época en la que la ciudad cuenta por primera vez con una gran plaza, la Plaza Mayor (hoy de la Constitución). A partir de este momento las comunidades religiosas comenzarían a desempeñar una importante función en el crecimiento urbano de Málaga. Las iglesias y conventos construidos fuera del recinto amurallado que empezaron a aglutinar a la población dan lugar a la formación de arrabales extramuros.

Los siglos XVI y XVII fueron duros para la ciudad, no sólo por las consecuencias que trajo consigo el levantamiento de los moriscos y su posterior expulsión, sino también por las epidemias e inundaciones provocadas por el río Guadalmedina, que se vieron acompañadas de varias malas cosechas sucesivas durante el siglo XVII. En esta época tiene lugar la construcción del puerto y posterior ampliación. Con la llegada del siglo XVIII la ciudad empieza a recuperarse y esto se nota en una nueva ampliación del puerto y en la reanudación de las obras de la catedral, que estaban paralizadas.


A principios del siglo XIX Málaga ya tiene dos sectores bien definidos, ambos enclavados fuera del centro de origen medieval: en el extremo occidental el paisaje urbano empieza a configurarse influenciado por la actividad industrial de la Málaga de esa época, mientras que en el otro extremo de la ciudad empiezan a aparecer villas y hoteles del más puro estilo "belle epoque". Con la desamortización y el derribo posterior de viejos edificios eclesiásticos, la ciudad ganaría nuevos espacios para su crecimiento. Se abre la calle del Marqués de Larios y la Alameda. Sin embargo, los avatares políticos del siglo XIX dejaron penosos recuerdos en la ciudad, siendo de destacar el fusilamiento de Torrijos y sus seguidores. El siglo terminó bajo el signo de la crisis económica: hundimiento de la incipiente industria, plaga de filoxera, etc. La crisis se ahondaría aún más en las primeras décadas del siglo XX hasta que, a partir de los años 60, el "boom" turístico empieza a revitalizar la provincia de Málaga y la ciudad comienza a convertirse en un importante centro de servicios hasta llegar a ser, en nuestros días, una de las principales ciudades del país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario